26 de febrero de 2008
De Turmero pal Manicomio
9 de enero de 2008
4 de noviembre de 2007
La Leyenda del Silbón
Así, por ejemplo, el hombre que le calienta la oreja a la mujer casada, y que no cree en "cuentos de camino", no atiende consejo.
Entretanto, un sonido característico anuncia en la distancia la visita de un espíritu atormentado; un joven que desencadenó el horror dentro de su propia familia y que anda buscando más tragedia.
Espanto ruidoso
Si una cosa podría decirse de El Silbón es que avisa.
Dice esta leyenda que El Silbón recorre los llanos con un silbido que estremece al más pintado. Confunde, pues cuando se escucha cerca es porque está lejos, y viceversa.
La señal confirmatoria de que el espíritu ronda el vecindario es un característico ruido de huesos que chocan unos con otros.
Se cree que los lleva en un saco, al hombro. Unos piensan que son los huesos de sus víctimas más recientes; otros, que pertenecen a su propio padre.
Para cuando se alcanza a oír el "crac-crac", sin embargo, tal vez es demasiado tarde.
Amores y engaños
Cuentan que hubo una vez un joven que descubrió que algo extraño estaba pasando entre su padre y su esposa.
Unos dicen que el viejo le pegó a la joven. Otros sostienen que la violó.
La leyenda sigue con que el joven estalló en furia, y se enfrascó en una pelea a muerte con su padre.
De los dos, el padre llevó la peor parte. El joven le asestó un fuerte golpe en la cabeza con un palo, que lo tumbó en el suelo, donde el hijo se le abalanzó y lo ahorcó.
El abuelo del joven, que escuchó de la pelea, fue en busca de la víctima, a todos los efectos, su hijo. El abuelo juró castigar al joven, su propia carne y sangre, por el horrendo crimen que había cometido... contra su propia carne y sangre.
Poco tardó en encontrarlo. Entonces lo amarró y le propinó una andanada de latigazos con un "mandador de pescuezo", típico del llano.
"Eso no se le hace a su padre...Maldito eres, pa´ toa´ la vida", le decía.
Para completar la sanción, le frotó ají picante en las heridas y echó al perro para que lo persiguiera. Hasta el fin de los tiempos le muerde los talones.
Niño mimado
Hay otra versión sobre los orígenes de El Silbón, pero no es más "amable". Empieza con que El Silbón era un joven consentido, a quien un día se le antojó comer "asadura" de venado (el hígado, el corazón y el bofe del animal).
Para complacerlo, su padre fue de cacería. Pero la jornada estuvo mala. E iba a ponerse peor.
Como se tardaba, el joven salió a buscarlo. Cuando lo halló con las manos vacías, decidió matarlo y sacarle la "asadura".
El látigo, el ají y el perro entran a escena igualmente en esta historia. Son las armas con las que el llanero se defiende de El Silbón, pues huye de ellas como de la peste.
Se cree que le succiona el ombligo a los borrachos. Y que para con los mujeriegos, no tiene piedad: que cuando tropieza con uno, lo vuelve pedacitos y le saca los huesos.
Otra tradición señala que El Silbón se presenta en las casas, de noche, a contar los huesos que lleva en el saco. Si nadie lo escucha, alguien de la familia muere al día siguiente.
3 de noviembre de 2007
Diario de un maracucho en Canadá
28 de octubre de 2007
La PSP!!
- No envía ninguna, pero ninguna señal en lo absoluto que nos indique que tenemos algún chance con ella, pero nisiquiera como "amigo", por lo que la descartamos como presa a cazar.
- Ya tuvimos algo con ella, pero resultó que en muchos aspectos no era lo que esperábamos, pero en otros si, y nos conviene más tenerla como PSP.
Pero lo más común, y lo que las indigna a ellas es precisamente el primer punto de los dos anteriores, uno le gusta a ellas y ellas a uno, pero como se la tiran de gran vaina - de duras - resulta que bloquean tanto las señales que le pemiten a cualquier hombre común y silvestre soltar los canes que automáticamente uno cree que no tiene ningún chance con la individua en cuestión, pero como ella es chévere, todo terreno, jodedora, simpática, y tiene amigas que están buenas, pues, la pasas al PDTAPSP-II, y es donde empiezan a salir en grupos, llamarse por teléfono, contarse los rollos, preguntar por las amigas, hablar de otras y hasta pedirle ayuda a ella para caerles y levatárselas.
Luego de la segunda etapa, si todo va bien y no ocurre alguna de las locuras que pasan siempre en las relaciones humanas, la chama en cuestión se convierte en una nueva Pana Sin Pipí, hasta que un día estén ambos quesúos, borrachos y terminen tirando y luego casados, o en su defecto, dejen de hablarse o pase a un nuevo nivel PSP+: Pana sin Pipí Plus....... sigue siendo pana sin pipí, pero cuando hay queso ambos se ayudan a quitárselo.
26 de octubre de 2007
Extranjeros Temblad!
En una fiesta muy concurrida, realizada en un país europeo, se citaban grandes personalidades invitadas por una organización internacional dedicada a recaudar fondos para alguna causa benéfica. Por esas cosas del destino, excepto tres o cuatro venezolanos, ninguno de los invitados hablaba español, y los grupos que se fueron formando se amoldaron necesariamente a las exigencias idiomáticas del momento.
En alguno de los grupos donde la conversación era más animada, uno de los invitados de nacionalidad europea se queda mirando fijamente al que tiene al lado, y a la primera le pregunta en inglés si es venezolano. El interpelado responde que sí, y pregunta a su vez cómo pudo reconocerlo, si era por la forma en que hablaba el idioma, a lo que éste le responde: “no, de ninguna manera, es que ustedes los venezolanos son los únicos que revuelven el hielo de las bebidas con el dedo medio”.
En su primer viaje al norte, padre e hijo reservaron entradas para un partido de grandes ligas. De lo más emocionados asisten a ver en vivo a las grandes estrellas del béisbol, quedando encandilados con todas las acciones del partido que justamente para esa noche fueron de las más espectaculares. En uno de los intervalos entre innings, deciden ir al baño, y se adentran en un espacioso local que se distinguía como el baño de los caballeros.
No acostumbrados al confort y funcionalidad del recinto, tratan de ubicar infructuosamente los urinarios pero no ven nada que se les parezca. Luego de unos minutos, encuentran en uno de los costados un dispositivo de forma circular, muy similar a una taza sanitaria, y descargan en ella el contenido de sus vejigas. Terminada la faena y mientras se arreglan la ropa, ven como un hombre se dirige a la supuesta taza, acciona un dispositivo con el pie a nivel de suelo y se dispara desde el centro un elegante chorro de agua potable, del cual se dedica a beber con toda tranquilidad.
En una explotación petrolera ubicada en una intrincada región del sur de Venezuela, era costumbre contratar personal extranjero calificado para manejar ciertos procesos operativos no muy conocidos en el país. Por esta razón abundaban entre el personal los estadounidenses, dado que la casa matriz de la compañía estaba domiciliada en los Estados Unidos. No pocos enredos lingüísticos se suscitaban entre los contratados extranjeros cuando intentaban comunicarse con la plantilla criolla, por lo que en ciertos casos alguno de los supervisores venezolanos oficiaba de traductor.
Un día, un confundido estadounidense solicitó la ayuda de uno de estos traductores honorarios. Le pidió por favor que le tradujera el significado de la palabra “tapayatrá”. Extrañado, el supervisor le pidió que se la repitiera y el hombre volvió a decir “tapayatrá”. Más extrañado aún, inquirió el sitio dónde la había escuchado y el extranjero le explicó que se la habían dicho cuando hizo una solicitud en el almacén de materiales. El supervisor se dirige entonces al almacén y le pregunta al encargado qué era lo que le había dicho al gringo. Con cara de susto, el pobre obrero le dice que simplemente el americano le llegó preguntando por el Sr. Velásquez, y él lo único que le había respondido era que “el Sr. Velásquez ’tá pa’ya ‘trás”.
Con las primeras explotaciones petroleras del país, llegaron también compañías extranjeras que por necesidad importaban todas sus herramientas. En ese entonces, eran muy comunes los machetes de marca “Mac Undale”, utilizados por las cuadrillas de trabajo para desmalezar grandes extensiones de terreno. Es por ello que a primera hora de cada mañana, los capataces se deshacían en gritos ordenándoles a los obreros: “agarren sus macundales y se me ponen a trabajar”.
25 de octubre de 2007
¿Saben algo?
Despúes ya con firmeza y determinación me dediqué a escribir - media línea para borrarla - sobre "cómo sabe uno si el peo es podrido o no mientras te lo estás tirando", y creo que tiene algo que ver con la densidad y la temperatura del mismo, o sea, mientras más caliente y "picoso" sea, más podrido será, pero los que realmente huelen muy mal son aquellos que tienden a parecer "peos con sorpresita"(*), pero me pareció un tema algo cochino así que desistí de él.